jueves, 27 de septiembre de 2012

Videos publicitario

Quiero compartir con vosotros el nuevo video promocial que hemos puesto en youtube de la caja de luciferos.

Espero que os guste.

Vamp.


martes, 18 de septiembre de 2012

EL INTRUSO

Totalmente a oscuras  corro con la insensatez propia de una niña pequeña, atropellando a mi paso cualquier mueble u ornamento que decora la casa, por fin llego al lugar deseado, escudriño aterrorizada  a través de los cristales de la ventana, olfateo como si fuera un sabueso el exterior de la casa, intentando percibir el menor cambio, en lo que apenas hace unos minutos reinaba una calma total,  ahora en cambio el viento parece haberse instalado azotando con cierta fiereza árboles y follaje, el corazón me late con tanta fuerza que empiezo a sentirme incapaz de convencerlo para que permanezca en su lugar de origen, respiro con tal agitación que no consigo escucharme más que a mi misma.

--¡Dios mío!, grito sin poder contener un gemido de terror, un leve y extraño sonido a llegado hasta mí, algo así como el roce sutil y accidental con no se que. Estoy totalmente histérica, vuelvo de forma precipitada a los ventanales del salón, --me paro a pensar por el motivo que me gustó esta casa--, parecía echa de cristal, el sol y la luz entraban a raudales bañando lo animado y lo estático con su cálida lengua, tan alejada de todo el estrépito de la civilización, en estos instantes me siento tan vulnerable, que las lágrimas acuden raudas a inundarme los ojos, con las pupilas clavadas en el exterior me deslumbra una luz activada por el censor de movimiento, de un manotazo oculto los cristales tras las cortinas, como si ese movimiento pudiera salvarme la vida.

--¡Piensa, piensa!,-- me grito a mi misma y el timbre de mi propia voz me encrespa hasta el último pelo del cuerpo--.
Un fuerte vendaval salta sin previo aviso y las ramas de los árboles golpean sin piedad los cristales del piso superior.
--¡Llamaré por teléfono a Alberto seguro que está en casa!,-- vuelvo a hablarme en voz alta, gritándome a mí misma--.
Los ruidos crecen como setas en otoño, miro erráticamente intentando controlar el perímetro que me rodea, aferrada al auricular cual naufrago al más pequeño objeto que lo haga mantenerse a flote otra décima de segundo, otra vez ese arañazo casi inaudible  en la puerta de la cocina, no tengo valor para ir a comprobar si está perfectamente cerrada.
La televisión sigue con su charla sin fin, ajena e imperturbable al terror que siento, no quiero llamar a la policía, si resulta una falsa alarma me sentiré avergonzada, pienso que es mejor idea llamar a Alberto, el me socorrerá.

Estoy a punto de descubrir un hecho aún más espelúznate el teléfono suena igual que si intentara hablar por un zapato, está muerto y yo no doy crédito a lo que está pasando.
El arañazo el la puerta surge de nuevo, esta vez acompañado de un lamento perdido en el aullante vendaval y un fuerte golpe en la madera me hace pegar un grito y romper en un sollozo desconsolado.
Tengo ganas de gritar.¡Quién está ahí! ¡Qué quieres!, pero me falta el valor y la voz se me ha quedado enganchada en la garganta, las manos me tiemblan tanto que apenas si puedo sostener el auricular, que cae al suelo como el objeto inanimado en el que se ha convertido
--¿Para qué sirve un teléfono que no funciona?, pues yo os lo digo, en la peor de las circunstancias, para nada.

El aullido vuelve a escucharse precedido de arañazos más definidos en la dichosa puerta de la cocina.
La casa se me antoja una trampa mortal, temblorosa y jadeante apenas puedo poner en orden alguna idea, el terror azota todas y cada una de las neuronas que poseo, solo deseo gritar y esconderme, pero eso no resolverá la situación en la que me encuentro.
--¡El teléfono móvil!, -- grito—como si hubiera descubierto la pólvora, al fin he logrado interceptar una idea en mi cerebro.

--¿Dónde, esta ese artefacto infernal?, --me pregunto una vez más a mi misma, la respuesta llega casi de inmediato pero no me gusta nada la respuesta.
--¡En la mesita de noche del piso superior!, --me vuelvo a gritar a mi misma en un acto desesperación.
--¡Dios mío!, pero esta vez apenas lo digo en un susurro, saco el valor del bolsillo donde lo he metido y a tientas corro a cuatro patas escaleras arriba, no dejo de mirar tras de mi, tengo la sensación de que algo o alguien me agarrará por el pie haciéndome resbalar peldaños abajo, una mesita se interpone en mi trayectoria, el jarrón que lo adorna y mi cabeza tienen un cruel encuentro, sigo a tres patas el camino que me separa de la ansiada salvación, con la mano restante me agarro la cabeza, entre los dedos me corre una masa pegajosa con estupor descubro que un trozo de cristal lo llevo clavado en la cabeza, con el poco animo que me queda lo extraigo lanzándolo contra la pared, la sangre fluye ahora libremente, tomando el ojo como cauce improvisado, un llanto histérico me hace convulsionarme, no tengo tiempo de tonterías, decido llorar mientras rebusco con dedos nerviosos entre los trastos del cajón, al notarlo una sonrisa de victoria adorna de nuevo mi cara lo agarro con fuerza, marcando el número del paladín salvador de la doncella en apuros, mientras escondida en una esquina de la ventana creo adivinar una sombra negra que pasa a toda velocidad entre los árboles, cierro las cortinas, noto la presión de su mirada, abandono de forma atropellada el dormitorio.

Un tono, dos tonos, tres tonos, la voz de Alberto me devuelve algo de cordura, entre sollozos logro contarle lo que me ocurre, mientras la sangre profana el inmaculado blanco de la camisa, la voz de Alberto me relaja y reúno valor para ir a comprobar la puerta de la cocina,  un nuevo aullido seguido de arañazos en la madera me hacen estremecer y el mundo se vuelve negro, el fusible a debido saltar,-- grito y miro en todas direcciones sin conseguir ver nada--. En ese momento de angustia pienso que vivo demasiado aislada, lo oigo arañar la madera que nos separa, el temblor de las manos me impide acertar en la cerradura, la puerta se queja al abrirse, el corazón late alocado, no puedo soportar más la tensión y en un momento de enajenación mental, permito que la puerta se abra, acompaña al crujir de la madera los gritos de Alberto intentando hacerme desistir, pero el acto está consumado y yo estoy dispuesta a morir a manos de un loco con hacha o un cuchillo, la verdad es que el instrumento que use para quitarme la vida me es indiferente.
La puerta se abre con violencia empujada por el viento, cierro los ojos y como último deseo, deseo que sea rápido que no sea un asesino hablador de esos que te cuentan una historia horrorosa mientras blanden el cuchillo con amenazas inminentes pero que no acaban de llegar, en ese momento solo puedo pensar en la camisa, no logrará mancharla, ya está manchada, definitivamente me he vuelto loca, pienso que por desgracia me ha tocado el hablador, la muerte no acaba de llegar, algo me esta rozando las piernas, abro un ojo con el que apenas consigo ver nada, la sangre se espesa pegándose a las pestañas, abro el otro y no logro salir de mi asombro.

--¡Rudof! –y el viento esparce el grito en muchos metros a la redonda, el estupor me mantiene paraliza, apenas si soy capaz de explicarle a Alberto lo que está pasando que sigue al teléfono afónico de tanto gritarme.

--¡Pasa!, pero que sepas que pienso que eres un gato odioso, estúpido, callejero, feo, imbécil-- ronronea entre las piernas para ganarse algo de leche y yo rompo en un llanto histérico imposible de controlar, oigo las últimas palabras de Alberto antes de colgar--.
--¡para allá....!.

Respiro aliviada, pero apenas he tomado una bocanada de aire cuando noto un dolor agudo entre las costillas, al intentar girarme se vuelve más agudo, otra vez ese horrible pinchazo, trabajosamente me vuelvo para descubrir al asesino silencioso y mis dos últimas reflexiones son absurdas.
--¡Qué suerte he tenido no tengo que aguantar a un plasta de asesino!. Definitivamente vivo demasiado aislada.

Rudolf intenta levantarme empujándome con la cabeza, yo le agradezco el detalle, intentando acariciarlo con las fuerzas que ya no poseo.
  
Fin

Vamp

El ayudante frenético

Aquí tenéis al ayudante trabajando frenéticamente para que pudieramos colgar el relato de hoy.


Vamp

martes, 4 de septiembre de 2012

El ayudante vuelve de vacaciones

Aquí tenemos al ayudante a su vuelta de las vacaciones, esperemos que el síndrome post vacacional no le afecte y esté operativo para desarrollar su trabajo en optimas condiciones en los próximos días.

vamp.

Los diablos juegan con fuego

Los diablos que inspiran los relatos, en sus ratos libres juegan con fuego, así practican para cuando puedan quemar a los humanos jajajajajajjajajajja.

Vamp