Caminé de vuelta a casa, una ráfaga de viento me arremolinó el pelo sobre la cara, el cuello se quedó al descubierto y al rozarme la brisa nocturna un escalofrío recorrió la espalda, crucé los brazos sobre el pecho para sentir el calor del abrazo y pensé en mi misión, en lo que tenía que hacer, en lo que debía hacer.
Necesitaba descansar unos minutos, cerré los ojos y medité sobre como
debía seguir adelante.
El cuerpo de Bruno aparecería mañana en cualquier sitio y la policía
acabaría en la puerta de casa haciendo preguntas, lo mejor sería quedarme,
saciar su curiosidad y marcharme sin dudas y limpia de culpa, no había motivo,
ni oportunidad, nada me implicaba ni me unía a esa persona.
Salvé uno a uno los escalones que me separaban de una reparadora noche
de descanso, la puerta chirrió al abrirse, y una fuerza invisible me obligó a
comprobar la presencia que me trepanaba con su mirada.
--¡Señora Bartán!, dije -- en un grito que apenas salió de la garganta, abrí y cerré los ojos en un acto
desesperado.
La señora Bartán, solo estaba en mi cabeza, en ese momento de debilidad
provocada por el cansancio.
La casa me esperaba silenciosa y calmada, en penumbra la atravesé, solo
frente al espejo del baño iluminé el espacio, poco a poco me desprendí de la
ropa que me cubría el cuerpo y cayó rendida a mis pies. Me contemplé, esbelta,
bien formada, una largas piernas, estrecha cintura, senos torneados, la piel
tersa y joven, el cabello rubio rojizo caía en cascada sobre los hombros y mis
ojos azules se regalaban una visión que hubiera alterado el ánimo del hombre
más templado, me regalé una caricia con cierta mofa, por negarme unas manos
suaves, grandes, sensualmente masculinas.
Me arropé entre las sabanas y el sueño acudió libre y sin tapujos.
El aire olía a jazmín y azahar y los pies caminaban sobre una manta de
suave césped mullido y verde, los árboles mecían las
hojas a mi paso y parecían cuchichear algo en un extraño idioma herbáceo,
enormes mariposas de bellos colores despejaban el camino y el pelo batido por
el viento me introducía en una sensual atmósfera , con un leve parpadeo intenté
luchar contra lo irreal, al final de aquel extraño paraje idílico, una misteriosa
luz indicaba el final de algo y como polilla atraída por la luz aceleré el paso
para poder descubrir el enigma.
Bruno me corto el paso, bello
como un adonis, luciendo su virilidad sin tapujos, sus labios me acariciaron
las mejillas, sus manos recorrieron las caderas, subiendo con lentitud pero sin
ponerse limites, la situación fue mutuamente aceptada y sobre la mullida hierva
nos rendimos sin censura a cosas que solo hubieran tenido el atrevimiento de
rondar el pensamiento hace unas horas. El tiempo se detuvo y aquel minué
escrito para dos, se alargó el tiempo que solo existía en los sueños, un ultimo
beso selló mis labios y sus manos me
recorrieron sin prisa, vi sus ojos tristes al alejarse de nuevo y su silueta se
perdió en aquella intensa y profunda luz, de nuevo aquel extraño lenguaje y las
mariposas se posaron sobre mi cuerpo exhausto.
El timbre repiqueteo una, dos, tres, creo que mil veces, confusa me
incorporé, buscando algo para cubrir mi desnudo cuerpo, con la respiración
entrecortada, me envolví en la sabana y corrí hacia aquel estruendo que me
trepanaba el cerebro.
--¡Ya abro!, grité, intentando parar aquella locura, de un tirón
despeje la incógnita. ¿Donde esta el fuego?, volví a gritar, sin ser consciente
de que lo único que me cubría era aquel ridículo trozo de tela.¿Qué pasa por el
amor de dios?.
La cara de mi interlocutor me hizo ser consciente de la patética
situación, el chico de la floristería con expresión aterrorizada me ofrecía un
gran ramo de rosas multicolores, soltó el ramo y su carrera alocada lo hizo
rodar dos tramos de escalera, la curiosidad me invitó a verlo huir como alma
que se lleva al diablo, entre las hojas destacó una tarjeta con un nombre
Bruno, abrí los ojos en un arrebató de perplejidad.
No pude cerrar la puerta, el pie de un intruso se interpuso en el
camino.
--¡Oiga! ¿Cómo se atreve?, grité airada.
--Señorita Elena, Elena Deloirea, ¿Quién es usted? ¿Cómo se atreve?, en
medio del aluvión de protestas, resaltó una palabra.
--¡Policía!.
--Muy bien, policía y eso le da derecho a irrumpir en mi casa y alterar
mi descanso,--intentaba ganar tiempo con mis protestas y poder recomponerme del
impacto del nombre que había leído en la tarjeta--.¿Puedo vestirme?, sino le
parece mal, no creo que esté en situación de recibir a nadie.
El atractivo policía turbado por el acto reflejo, bajó la cabeza y
asintió como un niño sumiso pillado en falta, con tanto ajetreo la sabana se
había resbalado y lucia el pecho con total desparpajo, los ojos del policía me
llevaron hasta el desliz, enojada, caminé con paso seguro hacia el dormitorio y
cortar el curso de locura que habían cogido los acontecimientos.
Alisé mi pelo y cubrí el cuerpo con un suéter ajustado y unos jeans.
El policía algo azorado por la situación, intentó disculparse, decidí
dar por zanjado el asunto y le ofrecí un café, que me hacia más falta a mí que
a él.
--¿Conoce a Bruno Santori?.
--Conozco a un Bruno, pero la verdad es que lo conozco desde hace unos
días y no se si su apellido es Santori, sin ir más lejos, ese ramo de flores es
de Bruno, pero no sabría decirle si es el mismo.
¿Le ha pasado algo?,-- espeté con aire de preocupación--.
--Un poco estupefacto si que me deja, el señor Bruno Santoni, se ha
encontrado esta mañana su cuerpo en el río.
--Eso es una tontería, no puede ser la misma persona, esas rosas son
suyas y no ha podido mandármelas desde el más allá.
--Podría mirar esta foto y decirme si es la misma persona.
--¿No será una foto del muerto?, dije—desviando la mirada.
--No, por supuesto que no.
Puse mi mejor expresión fingida de espanto y asentí dejando caer la
mirada.
--¿Entonces, quien me ha enviado las flores?, se me están poniendo los
pelos de punta, por favor.
Una batería indiscriminada de preguntas surgieron de aquel policía,
cuando ya estaba realmente agotada, se dio por satisfecho, afortunadamente mis
reacciones no eran fingidas porqué nada sabia de Bruno, o apenas nada, nadie
nos vio por la noche y mentí sobre ese asunto.
CONTINUARÁ......