martes, 29 de noviembre de 2016

Final de las largas noches de Elena

--¿Es mentira todo lo que me ha contado? — dije con la ingenuidad de una niña, con un nudo en la garganta, al borde del llanto--. Es que mi vida es como un vodevil terrorífico de mentiras y enigmas.
Te creo, a medida que la historia avanzaba su gestualización se volvió agresiva, creo que me contaba la verdad pero su piel huele a odio. --Elena, ayer escuché accidentalmente una conversación telefónica de Alejandro, al principio no sabía con quién hablaba, pero me escondí para escuchar y descubrí para mí sorpresa que hablaba con la abuela, lo que te ha contado, es verdad, pero todo es una trampa. La abuela quiere recuperarte, pero él tiene un proyecto mucho más ambicioso, quiere mataros a la abuela y a ti, desea hacerse con el control de la organización, tenemos que pensar en un plan, sino perderemos la vida, Alejandro no nos permitirá vivir, desea un nuevo comienzo, con sus reglas y eso pasa por eliminar a la abuela. 
--Tengo que reconocer que siempre ha habido algo que me hacía sentirme intranquila, pero deseaba tanto creerle, comenzar una nueva vida, pero una de verdad.
Alejandro irrumpe en la estancia, sobresaltados, lo miramos con cierto espanto en nuestra expresión.
--¡Y esas caras! ¿Tramáis algún plan oculto?—dijo con una sonrisa impuesta y una carga de desconfianza en sus palabras--.
--Por supuesto, pero no podemos compartirlo con nadie, es nuestro secreto, el plan no saldrá si lo vamos contando, la sorpresa es nuestra mejor aliada, hermano.
Me acerqué lentamente hacia él y cogiendo su cara entre mis manos, lo besé despacio, saboreando el único beso que le había dado a un miembro de mi propia familia, se alejó sonriendo convencido de la inocencia del encuentro, apenas se había alejado unos pasos, le espeté.
--Hermano, ¿Te importa que Manuel y yo demos un paseo por la finca?. El paisaje es tan bello y el sol brilla con tanta fuerza, será relajante y podremos conocer los alrededores.
--¡Claro!, hace un día magnífico, aprovechadlo, yo os acompañaría pero tengo cosas que hacer y no puedo aplazarlas.
--No te preocupes, Manuel y yo lo disfrutaremos por tí.
Nos alejamos, sin prisa, riéndonos como si nos gastáramos bromas despreocupadamente, no quise mirar atrás, pero note sus pupilas clavadas en la espalda.
--¿Cuándo crees que tienen planeado entregarnos?, eso no lo escuché, pero estoy seguro que no tenemos mucho tiempo.
--Yo también estoy segura, no sé qué hacer, echemos un vistazo, tenemos que trazar un plan.
--En el sótano, al lado de donde está la bodega, hay una habitación oculta que descubrí por pura casualidad.
--¿Has estado curioseando por la casa?—dije aliviada de que lo hubiera hecho--.
--Nadie se fijaba en mí y he podido recorrerlo todo con total tranquilidad, parecía que era invisible y cuando no lo parecía yo me ocultaba por mi cuenta.
--¡Manuel eres increíble! —cogiéndolo por los hombros lo apreté contra mi--.

--En ese lugar hay explosivos suficientes para volar la mansión y los alrededores.
--¿Cómo? ¡No me lo puedo creer! ¡Eres el mejor! —dije totalmente perpleja por la astucia de un chico tan joven--.
--¡Hay más! ¿Has visto el edificio que está situado apenas a unos metros del edificio principal?.
--Si --dije expectante--.
--Es un garaje y hay al menos quince coches a cual mejor, y todos tiene las llaves puestas.
--Bien, yo volveré a la casa y me aseguraré de tener vigilado a Alejandro, tengo el móvil en el bolsillo, cuando las cargas estén colocadas avísame, no te lo cogeré, sólo me vibrará, vete a la parte norte junto a la puerta, verás llegar el coche de la abuela avísame, márchate yo te alcanzaré en cuanto pueda, mantén el móvil con cobertura.
Todo fue muy rápido y como en una pesadilla, hice lo que tenía que hacer. El móvil vibró por segunda vez, la eficacia de Manuel se volvería legendaria, era hábil, disciplinado, inteligente, un verdadero superviviente.
Me escabullí con habilidad, apenas tenía unos minutos, volaría con ellos por los aires si me surgía el menor inconveniente. 

Ví como el coche de la abuela salvaba los puestos de seguridad, aceleré el paso, pero tenía que verla pasar y aunque sé que era imposible, noté sus felinas pupilas clavadas en mí como dagas afiladas, le dí la señal a Manuel cuando Alejandro salió a recibirla, corrí como si me persiguiera el diablo y escuché la primera explosión, la segunda y como todas las cargas explotaron por simpatía, una gran bola de fuego y humo ennegreció el soleado día, volviéndolo oscuro y sombrío, sé que no es posible pero en mis oídos resonó el grito de la abuela, amenazando mi vida, corrí hacia Manuel, lo abracé con fuerza y lo miré sin decir palabra, nos alejamos en silencio entre la arboleda de un bosque cercano y las sirenas acompañaron nuestra huida.

FIN

viernes, 11 de noviembre de 2016

Las largas noches de Elena (penúltimo capítulo)

Alguien habla usando una jerga difícil de entender, pero la comprendo perfectamente.
--¡La paloma ha volado!.
--¡No digas tonterías! ¡Compruébalo, tiene que estar en la casa!
--Tranquilo, la tengo aquí conmigo, está algo nerviosa pero en perfecto estado.
--Suéltame, y vete a la mierda, suelta a Manuel y no te acerques más a nosotros.
--Discúlpeme,--dijo, esbozando una sonrisa morbosa--.
Me sacudí violentamente para soltarme de aquella garra de oso.
Alejandro entra en escena doblando la esquina a toda velocidad.
--¡Elena! ¿Estás bien?,--dijo, con voz consternada--.
--¡De puro milagro! –dije, casi gritando y visiblemente enojada--.
--Vuelve a tu puesto y comunícame cualquier incidencia por pequeño que te parezca.
Se retira de inmediato mientras, yo me preocupo por el estado en el que se encuentra Manuel.
--Entremos y te explico lo que ha pasado. Es un problema con los perros de la finca de al lado, viene de antiguo, pero hoy tengo las consignas al máximo, por razones obvias, toda precaución es poca.
 
--¿Conoces a la abuela? –pregunté de manera ingenua—él me sonrió pidiendo con su mirada una tregua.
Tomamos una copa mientras charlamos distendidamente de cosas insustanciales, poco a poco se fueron retirando y por fin tuvimos nuestro momento íntimo, tan temido y deseado. Manuel me dio las buenas noches acariciandome furtivamente la mano.
 
--Bien, Elena, --me dijo en voz baja--, esto se remonta a mi infancia, papá y mamá se conocieron en una misión en París, la abuela era al igual que ellos, un número más en la organización, fieles a sus ideas luchaban por unos ideales, pero el amor que sentían el uno por el otro les condicionaba en las misiones, cuando supieron que estaba embarazada de mí, papá la trajo aquí para que no corriera ningún peligro, rodeándola de seguridad, cuando la abuela se enteró, enloqueció, siempre mantuvo la esperanza de que papá acabara cansándose de mamá, papá conocía bien a la abuela y tomó toda clase de precauciones, pero la abuela era lista y retorcida.
 
 Cuando yo nací la abuela cambio de estrategia, se volvió sumisa y pareció que lo aceptaba todo por fin y que se había rendido, pero el fondo de su corazón se pudrió, fruto del odio, fraguó su venganza en silencio, esperando su momento pacientemente, la abuela se dedicó a fingir ser la mejor amiga de mamá y ella creyó en su amiga, todo transcurrió con normalidad durante un par de años, hasta que un segundo embarazo, cayó como una carga de profundidad, la abuela no pudo soportarlo más y puso en marcha una venganza retorcida y cruel, ayudó a mamá, siempre estaba con ella, pero papá, no quería perderla de vista, discutían porque papá siempre pidió a mamá que fuera precavida, pero creía que papá exageraba y que su miedo era excesivo y siempre la acogió con los brazos abiertos haciendo muchas cosas a escondidas.
 
Tú naciste, y mamá empezó a ponerse muy enferma y mientras papá cubría una misión, no le dio tiempo a llegar para despedirse y mamá murió, la abuela desapareció contigo y desde entonces te buscó, consagró su vida a ello y me hizo prometer en su lecho de muerte que yo no descansaría hasta encontrarte y eso pasó casi por casualidad, hace apenas seis meses, desde entonces he hecho todo lo posible y lo imposible, Manuel ha sido de gran ayuda, al ser tan joven pasaba más inadvertido y por fin te tengo aquí y no podría ser más feliz.
 
--No sé qué decirte, me siento atropellada por todo lo que estoy viviendo, necesito tiempo, supongo que lo entiendes.
--¡Por supuesto!, tomate el tiempo que necesites, estás en tu casa en el sentido más amplio de la palabra.
Lo miré a los ojos y vi odio, su lenguaje corporal había cambiado se le veía ansioso y una fiereza en la mirada que le costaba controlar, sintiéndome intimidada y muy confundida, lo que su boca expresaba, sus ojos lo desmentían.
--¿Aquella historia, era verdadera?.
Solo pensaba en volver a mi habitación y ordenar aquella surrealista situación, si tenía algún orden posible.
Aquellos ojos de lobo me observaban, intimidándome, me disculpo y abandono el salón, notando su mirada clavada en mí nuca, fui incapaz de volverme para comprobar la veracidad de mi sensación.

Manuel me esperaba envuelto en la oscuridad de mi habitación.
--Manuel, ¿qué haces a oscuras?.
--Tengo malas noticias, todo esto es un montaje, es una trampa, escuché una conversación, creo que hablaba con la abuela, pero esto es una trampa, tenemos que salir de aquí está misma noche.
Me quedé mirándolo pensativa.
 
Continuará...

viernes, 4 de noviembre de 2016

Las largas noches de Elena (capítulo 30)

--No, Elena, eso es una verdad absoluta, llevo desde que descubrí accidentalmente que tenía una hermana, buscándote, ¡Quería saber quién eras!, ¿Cómo eras?, ¿por qué, no te había visto nunca?.
Observé el interior de esos ojos profundamente azules y me avergoncé por haber creído sentir algo por esta persona, miré por la ventana y la oscuridad de la noche me devolvió la negrura de mi interior, volví a sentir una profunda confusión.
 
Los ladridos de los perros me devolvieron a la realidad, retumbaban en el silencio reinante, nos miramos unos a otros y Alejandro raúdo se acercó a la puerta para averiguar cuál era el motivo de semejante alboroto, un componente de la seguridad acudió presto a informar, había una incidencia en la seguridad, pero aún no estaban seguros de en qué parte de perímetro.
 
Alejandro me cogió del brazo y me condujo hacia el sótano.
--Elena hasta que solucionemos esto, quiero que te quedes en el búnker, Manuel y tú, una vez cerrado sólo tú podrás darnos paso desde dentro, puedes comunicarte conmigo por ese móvil que tienes sobre esa mesa, no os preocupéis de nada, nadie os podrá sacar de aquí si no queréis salir, es completamente seguro, no os inquietéis, la seguridad es de guardia pretoriana y hay de todo para resistir un año sin salir de aquí.
 
Lo miré sin angustia pero con un agradecimiento que hasta ahora no había sentido, la puerta se cerró y tras ese parapeto quedé aislada del mundo a la espera de noticias, comprendí a los náufragos sólos y a la deriva, Manuel se sentó y su mirada fue de incertidumbre, se encogió de hombros.
Permanecimos en silencio durante mucho tiempo, sin saber qué decir, por fin Manuel rasgó la situación con sus palabras.
--¿Qué te parece todo esto?.
--¡No lo sé!.
--Estoy confusa, ¿ y tú?.
--Esto es......no sé, ¿Salimos y averiguamos?. Nos han enseñado a desconfiar y no nos viene mal tener algún control sobre la situación.
--Reconozco que la resurrección de Bruno me tiene sobresaltada y tan sorprendida que no entiendo nada.
--Estoy preocupado, todo es tan extraño, pero yo solo quiero permanecer a tú lado y correr la misma suerte, me sentí feliz  desde la primera vez que te ví y lo que decidas será también mi decisión, te seguiré hasta la muerte.
--Lo único que me falta es que aparezca la señora Bartán y entonces es que ya me arranco la piel a tiras.
--¿Quién es la señora Bartán?.
--La señora Bartán, la maté accidentalmente, fue un daño colateral, por lo visto era íntima amiga de la abuela, se creó una situación increíble y todo se complicó hasta el punto que cuando quise darme cuenta, yacía entre mis brazos con el cuello roto, fue muy triste pero se volvió loca,  ya dudo de la veracidad de lo que he vivido, no distingo la realidad del montaje.
--Salgamos de aquí, evaluemos la situación.
--¡Elena, espera! ¿Qué opinas de Alejandro?.
--No lo sé, pero ahora un hermano, me gustaría saber que tiene que decirme, la explicación a toda esta locura.
--¿Puede ser una mentira?.
--¡Puede ser!, pero vamos a llegar al final de todo esto como sea, ¿Estás de acuerdo?.
--Salgamos con mucha precaución.
--¿Dónde tienes el arma?.
--Arriba en el dormitorio, no me pareció adecuado bajarla a la cena, pero no volveré a confiarme, te lo puedo a asegurar.
 
Avanzamos en silencio, intentando percibir en medio del silencio nocturno hasta el más mínimo sonido que nos preparará para lo que pudiera suceder, la madera del suelo crujía bajo nuestros pies y en la lejanía se escuchaban voces ininteligibles, al salir al pasillo una sombra nos inmovilizó, intento defenderme pero me resulta imposible, pienso en la peor de las situaciones y me siento traicionada, Manuel manotea intentando defenderse pero estamos vencidos y lo mejor es rendirse, al menos en ese momento, el ruido del intercomunicador nos deja paralizados.
 
Continuará...