jueves, 19 de julio de 2012

Perversión

Perversión o la calidez de un abrazo.
Natalia empujó la puerta de cristales que la separaba de aquella maravillosa tarde de verano, la biblioteca que siempre le pareció un lugar acogedor y seguro, se le antojaba un recinto polvoriento y triste, demasiado silencioso para un corazón que latía con tanta fuerza que temía perderlo en cualquier rincón.
La música atropelló el silencio, un coche no muy lejano voceaba las notas como un feriante su producto, lejos de molestarle casaba perfectamente con su estado de animo.
La crisálida había salido del capullo y se sentía una bella mariposa de colores exuberantes, el artífice de aquella milagrosa transformación el discreto y romántico Eduardo.
Aún después de muchas horas, Natalia, seguía sintiendo la calidez de su mano entre los dedos, la respiración sobre su pelo y ese cosquilleo en las orejas que la estaba haciendo perder la cordura , la situación por inesperada, se le escapaba de su realidad, formó una sonrisa al acudir los recuerdos de la noche anterior.
La luz del día se disolvía y a paso ligero salvaba la distancia que la separaba de Eduardo, las piernas le flojeaban de la emoción y se sintió ridícula por un momento, pero no lograba ser dueña de sus pensamientos de una forma coherente.
Deseaba tocar sus manos, acariciar su boca y matar a esa Natalia remilgada, llena de perjuicios, de complejos que la habían obligado a permanecer aislada de estas maravillosas sensaciones que la estaban arrollando con la fuerza de un tren de mercancías.
Su corazón saltó como pelota en su pecho cuando le alcanzó la luz del cartel anunciador de la cafetería, escudriñó las cristaleras que daban a la calle y no lo distinguió entre los clientes que disfrutaban de sus consumiciones charlando animadamente unos con otros, una punzada de pavorosa duda se le clavo como un certero cuchillo que le provocó una risotada nerviosa que no pudo contener y dirigiéndose a ella misma en voz alta y con tono condescendiente se tranquilizó a sí misma.
--- ¡No seas insegura e infantil Natalia, aún faltan dos minutos para la hora convenida!.
Una excusa tan bien argumentada no pudo por menos que devolverle la confianza, la firmeza para salvar la distancia que la separaba de la pesada puerta que le permitiría acceder a aquel local elegido para su tercera cita.
Los parroquianos que ocupaban las mesas aquí y allá, diseminados de forma aleatoria, no repararon en la presencia de Natalia que buscaba con la avidez de un sabueso la presencia de su amado escondido en algún rincón poco visible, el tiempo se le paró por unos instantes y notó como el aire dejaba de acudir a sus pulmones.
Tras media hora de espera, dio por concluida la cita, Eduardo no acudiría, se sintió humillada y aferrada fuertemente a su bolso, abandonó el lugar, ahora notaba sus piernas pesadas, apenas si era capaz de alcanzar la distancia que la separaba de la parada del autobús.
Las puertas silbaron al cerrarse, sobresaltando a Natalia rescatándola de sus oscuros pensamientos.
Unos ojos se clavaban en ella con tozudez, no lograba distinguir con claridad al descarado pasajero, el vehículo salvaba a toda velocidad las calles saltándose las paradas no solicitadas, los pasajeros abandonaban el transporte poco a poco perdiéndose en la oscuridad de la noche, pero aquella insolente mirada permanecía quieta, clavándose como alfileres en su espalda. Busca con la mirada extraviada un paladín.
--¡Dios mío, mi parada! – grita en voz alta --.
Aferrada fuertemente de nuevo a su bolso, salta del autobús nada más abrir las puertas y sin esperar a que pare totalmente, pierde el equilibrio, una mano a modo de zarpa la salva de una caída segura. La respiración en su oreja la devuelve a paraísos cercanos y unos labios calientes y febriles golpean los suyos con lujuria.
Aturdida por el encuentro de su boca se escapa un nombre.
--¡Eduardo! – una pregunta acude rauda escapándose de forma atropellada.¿Qué te ha ocurrido, te estuve esperando?.
Una extraña mirada y el silencio por toda respuesta. La abraza con fuerza , mordiendo sus labios y antes de que ella pueda reaccionar ante la inusitada violencia amatoria, una afilada cuchilla se introduce en su corazón, apenas unos segundos para comprender lo que estaba pasando, su cuerpo sin vida yace inerte entre los brazos de Eduardo.
--¡Lo siento mi amor, es mi naturaleza! – dice en voz alta intentando justificar su acción, alejándose sin prisa con los ojos ahogados en lagrimas.
Natalia apenas con un hilo de vida contempla las estrellas sin entender lo que está pasando y en un último y supremo esfuerzo apenas inaudible, llama a su paladín.
--¡Eduardo!.
FIN.

4 comentarios:

  1. Me encanta, un blog buenísimo.

    Un saludo S.

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    1. S.

      Te agradezco mucho tu comentario, es lo que necesita un escritor mucha gente como tú.

      Gracias

      Vamp

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  2. Me han encantado tus relatos. Están llenos de un romanticismo y nostalgia crepusculares, de amores imposibles mezclados con el dulce amargor que tienen algunas historias vespertinas.

    Excelente madre (“Tengo una hija, la cual es mi mayor orgullo y el motor de todas las cosas que hago”), y mejor preceptora ( “siempre he querido que pudiera ver en mí el valor del esfuerzo y la lucha para llegar a conseguir lo que deseas, nada es imposible si estás dispuesta a perseverar en el esfuerzo”). Su hija seguro será el maravilloso resultado de sus esfuerzos.

    Tus relatos sí que “asustan un poquito”, como dices pretender. Pero al mismo tiempo destilan el agridulce sabor que les da el estar enmarcados en historias llenas de amores oscuros, nunca realizados, pero que consiguen que los amantes del “lado oscuro” las leamos con placer.

    Tienes un excelente don para hacerle sentir al lector las emociones de los protagonistas. Como ejemplo pondría el relato “Perversión”. La descripción de las sensaciones que Natalia experimenta, las esperanzas y las decepciones, las dudas y las certezas que vive, son para mí de una gran calidad.

    Sigue así, los amantes del lado oscuro seguiremos esperando la luminosidad crepuscular de tus nuevas historias.

    ElProfesor

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  3. Muchas gracias profesor, es un honor y un placer recibir elogios de una persona preparada y con tanta sensibilidad, es un estímulo para seguir luchando.
    Vamp

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