viernes, 11 de noviembre de 2016

Las largas noches de Elena (penúltimo capítulo)

Alguien habla usando una jerga difícil de entender, pero la comprendo perfectamente.
--¡La paloma ha volado!.
--¡No digas tonterías! ¡Compruébalo, tiene que estar en la casa!
--Tranquilo, la tengo aquí conmigo, está algo nerviosa pero en perfecto estado.
--Suéltame, y vete a la mierda, suelta a Manuel y no te acerques más a nosotros.
--Discúlpeme,--dijo, esbozando una sonrisa morbosa--.
Me sacudí violentamente para soltarme de aquella garra de oso.
Alejandro entra en escena doblando la esquina a toda velocidad.
--¡Elena! ¿Estás bien?,--dijo, con voz consternada--.
--¡De puro milagro! –dije, casi gritando y visiblemente enojada--.
--Vuelve a tu puesto y comunícame cualquier incidencia por pequeño que te parezca.
Se retira de inmediato mientras, yo me preocupo por el estado en el que se encuentra Manuel.
--Entremos y te explico lo que ha pasado. Es un problema con los perros de la finca de al lado, viene de antiguo, pero hoy tengo las consignas al máximo, por razones obvias, toda precaución es poca.
 
--¿Conoces a la abuela? –pregunté de manera ingenua—él me sonrió pidiendo con su mirada una tregua.
Tomamos una copa mientras charlamos distendidamente de cosas insustanciales, poco a poco se fueron retirando y por fin tuvimos nuestro momento íntimo, tan temido y deseado. Manuel me dio las buenas noches acariciandome furtivamente la mano.
 
--Bien, Elena, --me dijo en voz baja--, esto se remonta a mi infancia, papá y mamá se conocieron en una misión en París, la abuela era al igual que ellos, un número más en la organización, fieles a sus ideas luchaban por unos ideales, pero el amor que sentían el uno por el otro les condicionaba en las misiones, cuando supieron que estaba embarazada de mí, papá la trajo aquí para que no corriera ningún peligro, rodeándola de seguridad, cuando la abuela se enteró, enloqueció, siempre mantuvo la esperanza de que papá acabara cansándose de mamá, papá conocía bien a la abuela y tomó toda clase de precauciones, pero la abuela era lista y retorcida.
 
 Cuando yo nací la abuela cambio de estrategia, se volvió sumisa y pareció que lo aceptaba todo por fin y que se había rendido, pero el fondo de su corazón se pudrió, fruto del odio, fraguó su venganza en silencio, esperando su momento pacientemente, la abuela se dedicó a fingir ser la mejor amiga de mamá y ella creyó en su amiga, todo transcurrió con normalidad durante un par de años, hasta que un segundo embarazo, cayó como una carga de profundidad, la abuela no pudo soportarlo más y puso en marcha una venganza retorcida y cruel, ayudó a mamá, siempre estaba con ella, pero papá, no quería perderla de vista, discutían porque papá siempre pidió a mamá que fuera precavida, pero creía que papá exageraba y que su miedo era excesivo y siempre la acogió con los brazos abiertos haciendo muchas cosas a escondidas.
 
Tú naciste, y mamá empezó a ponerse muy enferma y mientras papá cubría una misión, no le dio tiempo a llegar para despedirse y mamá murió, la abuela desapareció contigo y desde entonces te buscó, consagró su vida a ello y me hizo prometer en su lecho de muerte que yo no descansaría hasta encontrarte y eso pasó casi por casualidad, hace apenas seis meses, desde entonces he hecho todo lo posible y lo imposible, Manuel ha sido de gran ayuda, al ser tan joven pasaba más inadvertido y por fin te tengo aquí y no podría ser más feliz.
 
--No sé qué decirte, me siento atropellada por todo lo que estoy viviendo, necesito tiempo, supongo que lo entiendes.
--¡Por supuesto!, tomate el tiempo que necesites, estás en tu casa en el sentido más amplio de la palabra.
Lo miré a los ojos y vi odio, su lenguaje corporal había cambiado se le veía ansioso y una fiereza en la mirada que le costaba controlar, sintiéndome intimidada y muy confundida, lo que su boca expresaba, sus ojos lo desmentían.
--¿Aquella historia, era verdadera?.
Solo pensaba en volver a mi habitación y ordenar aquella surrealista situación, si tenía algún orden posible.
Aquellos ojos de lobo me observaban, intimidándome, me disculpo y abandono el salón, notando su mirada clavada en mí nuca, fui incapaz de volverme para comprobar la veracidad de mi sensación.

Manuel me esperaba envuelto en la oscuridad de mi habitación.
--Manuel, ¿qué haces a oscuras?.
--Tengo malas noticias, todo esto es un montaje, es una trampa, escuché una conversación, creo que hablaba con la abuela, pero esto es una trampa, tenemos que salir de aquí está misma noche.
Me quedé mirándolo pensativa.
 
Continuará...

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