martes, 25 de marzo de 2014

EL HOMBRE DE HIELO Y PAJA

Por la calle abajo va un hombre de buena facha

los vecinos a su paso la mano confiados alzan.

Nada hace presagiar la tragedia que el arrastra,

el horror que se desata por una toalla sucia,

o camisa mal planchada.

Los insultos y los golpes que sus manos bien lavadas

propinan a Dulcinea, esa esposa bien amada.

Sus dulces facciones con sus modales no casan.

Tras los visillos corridos, una mirada asustada

lo vigila con prestancia.

Quiere llamar a su madre, decirle lo que le pasa,

con las manos temblorosas, el auricular levanta.

Sus manos ensangrentadas al teléfono se agarran

a duras penas consigue con el ojo que se salva

ver los números que borrosos de su retina se escapan.

Mira su alcoba con pena, donde cada noche duerme el hombre de hielo y paja.

Ese mismo que hace poco le acariciaba la cara

jurándole amor eterno, dándole vana esperanza

de una vida dulce y buena donde nada la apenara.

El teléfono ha colgado pues el miedo la atenaza

se ve envuelta en la vergüenza, vergüenza que otro, no lleva escrita en su cara.

Sus facciones son bonitas, pero solo el exterior es el que canta

por dentro es frío y negro, aunque por nada se inflama.

Ella no lo reconoce, no es la misma persona que en el altar la esperaba

por eso calla un secreto y en su vientre lo resguarda,

caja fuerte bien segura, mientras la solución aguarda.

Esa noche volverá el hombre de hielo y paja,

lo esperará sin recelo mientras la esperanza aguarda.

Sus heridas limpiará, se esconderá tras la máscara, para que nada sospeche el hombre de

hielo y paja.

FIN

Vamp.

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