viernes, 7 de octubre de 2016

Las largas noches de Elena (parte 27)

El hombre perfectamente uniformado nos abre la puerta del coche y al enterrar los zapatos en aquel espeso césped frente a la impresionante mansión, me sentí transportada a la Inglaterra Victoriana en pleno siglo XXVIII, un auténtico Lord salió a recibirme, alto, rubio, delgado, pero tras el lujoso atuendo se adivinaba un cuerpo musculoso y bien formado, su voz, sus perfectos modales, te invitaban a confiar en él, me tendió la mano con gentileza, besando la mía con perfecta educación británica.
 
La calidez de su piel, cambió mi estado de ánimo rotundamente, estaba relajada y la sonrisa se dibujó en mi rostro.
--Agradezco mucho que nos acoja en estas circunstancias,--le dije mirándolo a los ojos--.
--Un deber señorita Elena.
 
Y su voz sonó sin acento de ningún tipo, su mirada me acarició  el ánimo, me sentía estenuada, pero quería seguir disfrutando de su compañía, ¿Estaban revoloteando mariposas en el aire?, que eran aquellas tonterías, no había duda que necesitaba descansar, me fijé en Manuel y vi en su rostro la urgencia de retirarnos a dormir, y aquel caballero volvió a estar a la altura, descifró mi lenguaje corporal.
--Elena, ¿Puedo llamarte Elena, verdad?.
--Como puedes dudarlo, después de tantos quebraderos de cabeza y esta acogida, puedes decirme lo que quieras.
--Esto no es nada, mi nombre es Alejandro, Watson Edgar, era papá y por desgracia hace años que nos abandonó, pero su presencia impregna cada rincón de la mansión, fue un gran hombre y estamos muy orgullosos de él.
La punta de sus dedos me rozaron el hombro y una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo, me ruboricé como una adolescente cogida en falta.
--¿Estás bien Elena?.
--Si, por supuesto,--dije algo azorada--.
--Ahora mismo os llevarán a vuestras habitaciones y os subirán una cena fría por si tenéis hambre.
--Gracias, necesitamos descansar hemos pasado momentos muy duros, sobre todo Manuel.
--Hasta mañana Elena, buenas noches Manuel, que descanséis. Estáis en vuestra casa.
--Buenas noches, gracias por todo.
 
Encaramos la escalera de mármol rojo, que era impresionante, precediendo al mayordomo, caminamos por un pasillo interminable y por fin, se detuvo en una puerta, prendió la luz y el escenario era irreal parecía sacado de una película de siglo XVIII, el tiempo se había detenido en aquellas acogedoras estancias.
--La habitación de Manuel es la contigüa y están comunicadas, así se sentirán más acompañados, enseguida les subo la cena.
--Gracias, soís todos muy amables.
La puerta se cerró y Manuel asomó la cabeza por las puerta que comunicaban las habitaciones.
--Elena, esto es precioso, vamos a dormir como en las películas.
--Me alegro de que estés tan contento, todo saldrá bien, voy a ducharme, ¿Tienes hambre?.
--Me comería un dinosaurio.
--Te creo, espera aquí, voy a ducharme mientras suben la cena. 
 
El agua tibia me recorrió el cuerpo y la vida pareció acudir a mi organismo, cerré los ojos y me abandoné a las placenteras sensaciones, recordé el tacto de la punta de sus dedos sobre mi hombro y el bello se me erizó como una gata, es increíble el poder hipnótico  que estaba ejerciendo éste hombre sobre mí y una picarona sonrisa acudió a mis labios, dejé correr el agua y disfruté de su poder terapéutico, la voz de Manuel me sacó de la ensoñación bruscamente.
--Voy,--dije muy a mi pesar--.
 
Después de disfrutar de la comida, nos despedimos hasta la mañana siguiente, entre aquellas sábanas el sueño me invadió sin poderme resistir y sin querer entré en el país de la inconsciencia donde el pensamiento vuelan libres sin barreras, ni trabas.
Unos nudillos golpearon la puerta y sin previa espera, la silueta de Alejandro se dibujó en la penumbra, no habló, avanzó sin piedad, sus labios franquearon la barrera inexpugnable de mi resistencia, arqueé el cuerpo en un espasmo de aceptación, transportándome a un lugar donde sólo importaba el deseo.
--Manuel que haces sentado mirándome como duermo, ¿Pasa algo malo?, ¿La abuela nos ha descubierto?, y la pregunta se convirtió en un grito.      
 
Continuará...

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