sábado, 16 de abril de 2016

Las largas noches de Elena 8ª parte

El aeropuerto estaba abarrotado, en el interior los mensajes en italiano e inglés te machacaban los oídos, las insistentes recomendaciones te descentraban, en medio de aquel caos ordenado. Me dirijo con paso seguro hacia el punto de facturación, una chica morena y menuda me tiende la mano con una sonrisa dibujada en su rostro.

--Bona será, señorina!—me dice la amable azafata, le entregó el talón de embarque y reitero que solo llevo equipaje de mano, sonríe y me franquea el paso que accede al finger, desde la megafonía invitan a los rezagados a embarcar con premura, las palabras llegan a mis oídos con alivio, estoy segura de disponer de poco tiempo antes de que salten las alarmas en el hotel y la policía se ponga en marcha, atravieso la pasarela con paso ligero, una nueva azafata me saluda en la puerta y otra en el interior de la aeronave me ayuda a encontrar mi asiento, el  interior luce medio vacío, incluido el asiento que está a mi lado, es muy temprano y me confirma que este vuelo tiene poca afluencia de pasajeros, las puertas se cierran y en pocos minutos el avión rueda en pista, dejo caer la cabeza sobre el sillón e intento descansar hasta volver a tocar tierra.

Los sueños me acompañaron durante todo el vuelo, la señora Bartán me grita desde un lugar que no identificó y después murmura conspirando con Bruno, mi apuesto galán, se vuelve y me besa apasionadamente, la señora Bartán vuelve a gritar su nombre, Bruno agita la mano como señal de indiferencia y una sombra negra se forma de la nada y lo golpea con furia animal, creo gritar, y una voz impersonal nos da la orden de abrocharnos el cinturón y anunciando la inminente toma de tierra del aparato. Aturdida observo alguna mirada furtiva y deduzco que el inquietante sueño me ha alterado más de lo deseado, algo avergonzada intento parecer indiferente como si no fuera consciente de lo ocurrido.

Continuará...

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