jueves, 29 de junio de 2017

Las alas de un ángel rotas (12º parte)

Estas noches tan especiales solía pasarlas en casa de mi albacea, Daniel Rodríguez, intimo de mi abuela, su familia era encantadora y me recibían con los brazos abiertos, quizás por que se apiadaban de mi situación, eso solía molestarme un poco. Sin embargo, olvidaba la cuestión y cubriéndolo con un estúpido velo, disfrutaba de la fiesta y de la compañía de tan buenas y agradables personas. Su ambiente familiar seria la envidia de cualquier mujer o hijo con los hogares rotos. Se querían, se apoyaban y formaban una autentica unidad familiar, supongo que además de su honradez fue elegido por este motivo como tutor por la madre de mi progenitora.

Las cosas siguieron su curso como si nada malo hubiera pasado, la única nota discordante en mi vida, fueron unas extrañas pesadillas que olvidaba nada más despertar y a duras penas lograba reconstruirlas ya consciente, lo que siempre quedaba impreso en  mi recuerdo era la imagen del que suponía mi búho. Volaba de espaldas a mí, alejándose inexorablemente. ¿Huía?.-- Me preguntaba--. ¿Lo haría de mí?.  Su plumaje se veía salpicado por manchas rojas que resbalaban hasta el borde de sus hermosas y majestuosas alas, goteando en él vació. Esta imagen se repitió durante muchos años, tomando matices nuevos al transcurrir del tiempo. 

Negando incrédulo la existencia de un orden oculto, los esqueletos escondidos en mi armario no tardarían en salir para atormentarme con toda impunidad.
De una forma paulatina, casi sin sentirlo, volví a mi carácter huraño y taciturno, la risa habitaba en un lugar desconocido para mí.

Tenía miedo a olvidar, o lo que consideraba peor, de perdonar. Cuan equivocado estaba. El maligno parásito que incubaba en mí, sé hacia más grande y más peligroso.
Todo este sin vivir no parecía afectar a mis estudios, superaba los exámenes con facilidad concentrándome sin dificultad y con el tiempo adquirí nuevos hábitos. Una mente selectiva que olvidaba lo que le hacía daño recordar. Paseaba en plena noche al amparo de lúgubres farolas callejeras.
Continuará...

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